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«¿Qué porcentaje de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, es ficción? ¿Se parece peligrosamente a la realidad actual? ¿Puede gustarnos la opresión? ¿Podemos renunciar al control y alejarnos de la humanidad?.
En el universo perfecto de Un mundo feliz, no hay cabida para el arte o la cultura. La estructura social que crea el arte y la cultura se considera peligrosa.
Manuela Dos Campos lleva más de 20 años grabando la escena artística y la vida nocturna de Oporto con su cámara. Su extenso archivo data de 1997, e incluye inauguraciones de galerías y museos, fiestas míticas y clandestinas, bares y clubes. En sus vídeos, nos invita a participar de su carácter voyerista, y nos convertimos en los ojos de la artista. (...)
Xavier Almeida es, como poco, intervencionista. Invade la ciudad y se adueña del espacio público con su marca personal de manchas aleatorias, con frecuencia a modo de grafiti en forma de laguna negra, que cubre algo o abre la puerta a otra dimensión. Es combativo, lucha contra formas de expresión con su propia moral desafiante, tanto cuando usa grafiti como texto en sus publicaciones y tiras cómicas, Xavier plantea preguntas constantemente; es infatigable. La expresión artística suele ser sinónimo de explorar la ansiedad; supone asumir riesgos.
Tanto Manuela como Xavier exploran la delgada línea entre la independencia y la moderación. Luchan frente a la restricción. ¿Pueden hacer lo que hacen sin consentimiento? ¿Pintar en propiedades privadas o grabar y almacenar cientos de horas de contenido de personas anónimas pasándolo bien? ¿Qué es lo privado y qué es lo personal?».
Fragmento del texto de la exposición.
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